"Si el producto es gratis es que el producto eres tú". No es exactamente así en el caso de las aplicaciones móviles gratis, aunque se acerca
Es tan extraño pagar por la descarga de una aplicación que seguramente ni te lo plantees. Aun así, las apps gratis se llevan una buena parte de ti más allá del dinero, están pensadas para actuar como gancho con la intención atraerte hasta que las instales. Y más allá: cuanto más tiempo estén en tu móvil mayor es la rentabilización del desarrollo.
No hay duda alguna: las aplicaciones gratuitas han triunfado sobre las de pago. De hecho, la diferencia es abrumadora: de los más de 2,4 millones de apps que hay en Google Play Store, sólo 94.173 son de pago. Únicamente el 3,9 % del software pide dinero a cambio de la descarga, según cifras de AppBrain. Y hay muy buenas razones para ello, ya que los desarrolladores obtienen mayor beneficio cuando ofrecen su producto eliminando las barreras monetarias que cuando pretenden obtener rédito directo de su trabajo.
Suscripciones, anuncios y compras in-app: el trío ganador
¿Cuándo fue la última vez que pagaste por descargar una aplicación? No hablo de esa compra in-app que hiciste para desbloquear todas las funciones del software ni de la suscripción para sacar todas las ventajas de un servicio concreto: me refiero a pagar por una app. Dejarte el dinero antes de bajar una aplicación o juego. Directamente.
No sólo es que no estemos acostumbrados a pagar por las aplicaciones, es que los desarrolladores ya no se arriesgan a colocar un cartel de precio a su esfuerzo. Precisamente porque es muy extraño que se lo paguen: seguro que hay decenas de aplicaciones y juegos que ofrecen un servicio parecido y sin coste. Teniendo tanta oferta es un sinsentido arriesgarse: lo que quieren es que su app se use, es justo de ahí de donde sacan los beneficios.
Al principio una buena parte de las apps y juegos se ofrecían bajo una etiqueta de precio, algo que poco a poco fue evolucionando hasta la situación donde nos encontramos hoy día. Nadie quiere pagar por una aplicación y, seguramente, haya muy pocas que, de entrada, merezcan un desembolso. Porque ahora todo se distribuye segmentado.
Una app ofrece una tercera parte gratis de todo lo que incluye. O menos, el resto requiere una suscripción o, cada vez menos, una compra dentro de la aplicación. ¿Que quieres todas las pantallas del juego? Suscripción. ¿Tener todos los ajustes de esa app para personalizar tu Android? Cómpralos aparte, que la descarga sea gratis sólo es el caramelo para que termines enganchándote a la dulzura de la app. Y aquí radica el principal gancho de Google Play Store, también de la App Store.
Descarga gratuita, compras y suscripciones para desbloquear el software al completo. Y por el camino los pertinentes anuncios. ¿Recuerdas cuando instalabas una app y no te comías un anuncio con vídeo a pantalla completa antes de poder descargar un fondo de pantalla? Yo tampoco, la publicidad se apoderó de la experiencia de probar aplicaciones. Y la mayoría de las veces hasta hacerlas prácticamente inservibles.
Como buen caballo de Troya que es, una app gratis busca introducirse en el fortín de tu smartphone para aprovecharse de:
- Picarte para que gastes dinero. Suscripciones y compras in-app, ya los conoces. Y no sólo eso, en los juegos es más flagrante esta táctica: los cofres y las gemas han arrasado con la experiencia lúdica. Se convirtieron en un verdadero problema, especialmente para los niños.
- Forrarte de anuncios. No es que la publicidad insertada en las aplicaciones dé demasiado dinero, de ahí que cuanta más mejor. Por eso hay apps gratis que terminan haciéndose insufribles, incluso a pesar de que su utilidad esté probada. Un buen truco es abrir dichas apps en modo avión, aunque no siempre funciona: necesitar Internet de forma constante suele ser obligado.
- Sí, quieren tus datos de uso. Ésta es otra de las maneras que tienen los desarrolladores para obtener cierto retorno de su trabajo: los datos de uso tienen un gran valor, sobre todo en aquellas aplicaciones que guarden cierta relación con el mundo comercial. Saber por dónde te desplazas para personalizar la publicidad en base a los lugares, lo que buscas puede crear un perfil de gustos sumamente valioso y así hasta el infinito.
Los datos de uso anonimizados permiten crear patrones muy precisos para que las empresas se dirijan a ti con el mensaje de compra apropiado. También ayudan a concretar los perfiles demográficos hasta niveles extremadamente precisos: lo que antes necesitaba encuestas, estudios y análisis de los datos ahora se obtiene automáticamente de las aplicaciones.
Sí: tus datos de uso valen mucho dinero
Los datos de uso en gran volumen, lo que se conoce como big data, ofrecen un campo de análisis muy amplio de todo lo relacionado con las costumbres de uso, la actividad y los dispositivos, por ejemplo; todo para que las futuras campañas de marketing y de creación de producto ganen la máxima rentabilidad posible. De paso, reducen el esfuerzo a la hora de crear nuevos productos, ya que las empresas saben con mayor precisión cuáles son los gustos de los usuarios.
Pese a que los desarrolladores pueden rentabilizar parte de su trabajo con toda la información que desprenden nuestros smartphones, lo cierto es que dicha rentabilidad no resulta demasiado alta. Es mucho más fácil sacar dinero por la publicidad directa o por las suscripciones que a cambio de información relativa al comportamiento con el teléfono, la navegación web y la relación con los contactos.
Analizar el enorme volumen de información que arroja el big data supone concretar en buena medida las futuras acciones de marketing, desarrollo de productos y su futura venta. Aparte, siempre habrá desarrolladores que pretendan tomar un atajo para vender datos de usuario mucho más jugosos; como direcciones de email, teléfonos de contacto o contraseñas. Éste también es un riesgo, en especial con el malware creciente que estamos viendo en las apps móviles.
Sí, los datos de usuario valen mucho dinero, pero no suelen ofrecer un retorno directo a no ser que el volumen de descargas sea muy alto y siempre que haya una empresa detrás dispuesta a pagar por la información. Esto es algo que ocurre en muy pocas ocasiones y con las aplicaciones más populares, aquellas que acaparan los rankings: sólo el 3 % de las aplicaciones supera las 50.000 descargas tras su semana 23 de lanzamiento (datos de AppBrain). La realidad es que muy pocos desarrolladores pueden sacar dinero de su trabajo, vendan o no los datos de usuario. Para las grandes empresas la cosa cambia.
Nos hemos acostumbrado a tenerlo todo gratis
¿Quién va a pagar por la instalación de aplicaciones si en la tienda Google Play el 96 % de todo lo disponible está a coste cero para la descarga? Ésta es la realidad: no se venden apps ni juegos principalmente porque muy pocos usuarios van a comprarlos. Es mucho más fácil intentar sacar dinero por las vías de las suscripciones, compras in-app, anuncios y datos de uso. Sí, las apps sacan mucho de nosotros, pero es porque las hemos dejado hacerlo a cambio de que nos cuesten lo menos posible. En dinero, porque cada vez atraen mucho más de nuestro tiempo y atención.
Imagen de portada | Midjourney editada
En Xataka Android | Google Play Store puede jugarte una mala pasada: esto es lo que miro para saber si la app que voy a descargar es segura
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