Los dispositivos de Inteligencia Artificial todavía no están preparados. Ya veníamos avisando el año pasado cuando pudimos probar el Humane AI Pin durante el Mobile World Congress. Por mucho que algunas voces autorizadas anuncien el fin del smartphone, tras el fracaso del AI Pin queda claro que a nuestro smartphone todavía le queda una larga vida.
A expensas de lo que pueda hacer ahora HP con la empresa después de su compra (se rumorea que los empleados integrarán la IA en PCs y otros equipos de la marca), nos quedamos sin alternativas en este mundo emergente de los dispositivos especializados en IA: tampoco el Rabbit R1 ha conseguido dar en la tecla. Hay un buen motivo por el que el desenlace ha sido este.
Para sustituir al móvil tiene que funcionar como tal
Es oficial, el AI Pin de Humane dice adiós después de una breve aventura: la empresa prometió actualizaciones constantes y mejoras desde su inicio, pero de nada ha servido. Ahora se deja de comercializar, y solo los clientes dentro del periodo de devoluciones podrán recuperar su dinero. Vaya varapalo.
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Cuando un nuevo tipo de dispositivo o tecnología emerge, tiene unos inicios duros: la IA ha sido la excepción con un tremenda irrupción de herramientas como ChatGPT, Gemini, Midjourney o Perplexity. Quizá por ello, en Humane decidieron ser los más rápidos, craso error.
Hablamos de dispositivos que quieren sustituir al smartphone con la promesa de un asistente de IA que realizará todo por nosotros. Otro craso error: son pocas las herramientas capaces de ofrecer una experiencia óptima. Gemini Live o el modo conversacional de ChatGPT son la prueba de que estamos en camino, pero que todavía falta. De hecho, la propia Google se mostró contundente al presentar su Project Astra, del cual no hemos sabido mucho más.
Por si fuese poco, una startup como Humane con sus propias soluciones no posee un ecosistema lo suficientemente completo (menos aún asentado) para tal revolución. Quizá tiene razón Zuckerberg cuando elije las gafas inteligentes como dispositivo para despedir al móvil, por una sencilla razón: tienen "pantalla".
Todavía no concibimos un dispositivo personal sin pantalla. El método de entrada táctil está más que interiorizado desde el nacimiento de los smartphones. Ahora no somos capaces de cambiar repentinamente la experiencia que nos ofrece nuestro móvil. Somos muy dependientes de las pantallas, tanto como para tocar el móvil unas 2.600 veces por día.
Por este motivo, es fácil pensar que sí, algún día sucederá y el móvil dejará de existir tal y como lo conocemos. Sea un visor con realidad aumentada que ve todo nuestro entorno o un dispositivo enrollable, tarde o temprano la IA cambiará la forma en la que lo usamos.
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Encontrar el factor forma ideal no es tarea sencilla. Lo vivimos en los inicios del smartphone: ¿Botones físicos o virtuales? ¿Teclado completo o en pantalla? ¿Pantalla grande o móvil compacto? Los móviles actuales parecen un calco uno de otro si miramos su frontal, pero hubo un tiempo en el que se diferenciaban mucho.
Ser early adopter puede tener consecuencias negativas. No es nada nuevo ni exclusivo del AI Pin, pero viene a recordarnos el riesgo que corremos al apostar por nuevas tecnologías como usuarios entusiastas. Pagar 700 dólares por un dispositivo que acabará inutilizado (a finales de febrero se apagan los servidores de Humane) no es plato de buen gusto.
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